miércoles, 14 de noviembre de 2012

CAPÍTULO 16.



 16 1Respondió Job:
2He oído ya mil discursos semejantes.
todos sois unos consoladores importunos.
3¿No hay límite para los discursos vacíos?
¿Qué te impulsa a replicar?
4¿Hablaría yo como vosotros
si vosotros os encontraseis en mi lugar?
¿Ensartaría palabras contra vosotros
meneando contra vosotros la cabeza?
5¿Os confortaría con mi boca?,
¿o frenaría mis labios la compasión?
6pero aunque hable, no cesa mi dolor,
aunque calle, no se aparta de mí,
7y al fin me ha rendido.
y tú reduces al silencio mi testimonio
y me acosas;
8mi dolencia se alza como testigo contra mí
y me acusa a la cara.
9EI furor de Dios me ataca y me desgarra,
rechina los dientes contra mí
y me clava sus ojos hostiles.
10Abren contra mí la boca,
me abofetean afrentosamente,
todos en masa contra mí.
11Dios me entrega a los malvados,
me arroja en manos criminales.
12Yivía yo tranquilo cuando me trituró,
me agarró por la nuca y me descuartizó,
hizo de mí su blanco;
13cercándome con sus saeteros,
me atravesó los riñones sin piedad
y derramó por tierra mi hiel;
14me abrió la carne brecha a brecha
y me asaltó como un guerrero.
15Me he cosido un sayal sobre el pellejo
y he hundido en el polvo mi hombría.
16Tengo la cara enrojecida de llorar
y la sombra me vela los párpados;
17aunque en mis manos no hay violencia
y es sincera mi oración.
18¡Tierra, no cubras mi sangre!
¡No se detenga mi demanda de justicia!
19y ahora, si está en el cielo mi testigo
y en la altura mi defensor
20-mientras mis amigos se burlan de mí
y debo llorar a Dios-,
21que juzgue entre un varón y Dios,
entre un hombre y su amigo;
22porque pasarán años contados
y emprenderé el viaje sin retorno.

EXPLICACIÓN.

16-17 Cuarto discurso de Job. En el nuevo discurso de Job dominan el tono y los temas de la lamentación: imita el estilo de algunos salmos y del libro de las lamentaciones. Pero cambia el sentido volviendo la lamentación contra Dios. El tema del juicio reaparece con nuevos matices provocados por el contexto. Aunque el llanto y la pasión agitan el discurso, es posible descubrir una línea coherente de desarrollo. Su queja se vuelve contra un proceso falso, repasando sus etapas: el arresto por la fuerza, el interrogatorio, los falsos testigos, la sentencia capital, la ejecución (7-17). Dios es autor mediato o inmediato de todo. Durante la ejecución, el reo alza un grito pidiendo venganza a la tierra y al cielo (18-21). El grito se alarga en un salmo de súplica (bastante dudoso 17,1-9). Después el reo se rinde a la muerte, rinde su esperanza; lo único que quedará de él es su grito estremecedor, que llena el universo, tierra y cielo. 

En la estructura total del libro, nos parece encontrar un personaje que sólo asoma por alusiones. Leíamos en el prólogo que Satán, el enemigo, acudía al consejo de Dios entre los otros ángeles; nada se decía de la actividad de estos consejeros. Ahora Job menciona, apela a un mediador celeste, a un testigo y defensor ante Dios y frente a Dios. Si el Satán ha tomado una actitud adversa, a Dios y a Job, uno de los ángeles desempeñará un oficio favorable; como el Satán era un adjetivo sustantivado de oficio, así puede serio el mediador. Las palabras de Job desbordan plenamente las razones de sus amigos. Ellos no saben apelar más que a una doctrina tradicional y rutinaria, mientras Job apela a la tierra y al cielo. Ellos viven de teorías piadosas, al margen del juicio de la existencia. 

16,4-5 Los amigos no penetran en la situación de Job, no saben ponerse en su lugar, porque les interesa más una doctrina que un hombre, 6,14. A través del protagonista el autor insinúa: sólo Job, desde dentro del dolor, puede clamar o al menos confortar a los que sufren. 

16,6-11 En algunos salmos el hombre calumniado, injustamente acusado, apela al juicio de Dios en el templo, describe la actitud de sus enemigos en el proceso injusto. Aquí  todo se refiere a Dios, como indica la repetición de su nombre en inclusión (7 y 11). Job había pedido un juicio: se lo conceden irónicamente. Un piquete lo arresta y conduce al tribunal; testigos adversos y falsos se levantan contra él; durante el proceso recurren ya a la violencia y al insulto; finalmente Dios juez lo entrega en manos de los acusadores, dictando sentencia contra el reo. Es exactamente lo contrario de un juicio justo, de una liberación en el tribunal del templo. 

Paralelos de las expresiones usadas: testigos Dt 19,15-16; Sal 15,11; rechinar de dientes Sal 35,16; 37,12; 112,10; abrir la boca Sal 22,14; Lam 2,16; 3,46. Y véanse en general los salmos 17; 26; 35; 59; 69; 109.
16,12-14 Lo que equivale a la ejecución de la sentencia está visto en imágenes de caza mayor y de asalto a una ciudad, también en la línea de algunos salmos. El blanco 1 Sm 20,20; los arqueros Jr 50,29; Sal 11,2; el atravesar Sal 141,7; derramar las entrañas Lam 2,11; brecha 2 Sm 5,20; Sal 80,13; la cerca de la viña, Sal 89,41. 

16,15-17 Ritos de duelo: el condenado a muerte hace duelo por sí. El hombre se tumba rostro a tierra, vencido; en vez de "hombría", los comentaristas suelen traducir cuerno, en la imagen del toro o búfalo, según Sal 75,3; 89,18.25; 92,11;112,9. Sobre el llanto, Lam 1 ,20; 2,11. Condenado a muerte protesta por última vez de su inocencia: véase Is 53,9; 1 Cr 12,17. 

16,12-17 En estos versos, Job se hace espectador y cronista de su propia ejecución: como animal acosado por Dios, blanco inocente ¿de un deporte o de una furia?; como animal dañino que hubiera que extirpar de la tierra. ¡El hombre fiera máxima de la creación! Ve su enfermedad incurable, asiste con plena conciencia a su ejecución lenta, impotente para anularla. Entrega a la tierra su fecundidad viril, de sus propios ojos va brotando la sombra definitiva. Lo último que ve es su propia inocencia, y no rinde su sed de justicia. Es el momento del grito supremo. 

16,18-21 Dos testigos hacen falta en un juicio, y los dos testigos clásicos de Dios son el cielo y la tierra: Sal 50; Is 1; Jr 2,12. A su modo Job emplaza a estos dos testigos.

16,18 La sangre derramada "clama al cielo" pidiendo venganza. Job invoca a la tierra para que ella clame contra Dios, asesino del hombre inocente; pero ¿a quién gritará la tierra si Dios es el culpable? Cada hombre muerto es una denuncia al cielo; pues aunque no sea inocente ¿merece su delito pena de muerte? ¿No es ésta una sentencia cruel, inhumana, que debe ser abolida? Por la voz moribunda de Job grita la humanidad. No basta: cuando el inocente total muera, su sangre clamará al cielo (Heb 12,24), y el Padre lo resucitará, venciendo la muerte. El cristiano no suprime ni amortigua el grito de Job, le da una respuesta. 

16,19-21 A la voz de la sangre derramada en tierra responde en el cielo un mediador enigmático (el autor no aclara su figura): conoce el dolor del hombre y su inocencia. Ya que Dios es parte en el pleito, tiene que haber un tercero que juzgue entre Dios y el hombre. Pensamos que Job no sabe lo que dice, pero alguien defenderá al hombre declarando que no sabe lo que hace.

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