viernes, 30 de noviembre de 2012

CAPÍTULO 32.



32 1Los tres hombres no respondieron más a Job, convencidos de que él se tenía por inocente. 2Pero Elihú, hijo de Baraquel, del clan de Ram, natural de Buz, se indignó contra Job, porque pretendía justificarse frente a Dios. También se indignó contra los tres compañeros, porque, al no hallar respuesta, habían dejado a Dios por culpable. 4Elihú había esperado mientras ellos hablaban con Job, porque eran mayores que él; 5pero viendo que ninguno de los tres respondía, Elihú se indignó. 6y Elihú, hijo de Baraquel, natural de Buz, intervino diciendo: 

-Yo soy joven y vosotros sois ancianos,
por eso, intimidado, no me atrevía
a exponeros mi saber.
7Me decía: «que hablen los años,
que la edad madura enseñe sabiduría».
8pero es un espíritu en el hombre,
el aliento del Todopoderoso
el que da inteligencia.
9No es la autoridad quien da la sabiduría
ni por ser anciano sabe uno juzgar;
10por eso os pido que me escuchéis:
yo también expondré lo que sé.
11IYo esperé mientras hablabais,
presté atención a vuestras razones
mientras buscabais qué decir;
12por más que escuché con atención,
ninguno de vosotros refutó a Job
ni respondió a sus argumentos.
13y no digáis: «Hemos topado con un saber
que Dios sólo y no un hombre puede refutar».
14Job no se ha enfrentado conmigo
ni yo le responderé
con vuestras razones.
15Ellos, desconcertados, ya no responden,
los desamparan las palabras.
16¿Debo aguardar porque ellos no hablan,
porque están ahí sin responder?
17Quiero tomar parte en la discusión,
yo también expondré lo que sé,
18porque me siento henchido de palabras
y su ímpetu me oprime las entrañas;
19mis entrañas están como odres nuevos
que el vino encerrado revienta.
20Hablaré y me desahogaré,
abriré los labios para responder.
21No tomaré partido por ninguno,
a nadie adularé,
22porque no sé adular
y porque me eliminaría mi Hacedor.

DISCURSOS DE ELIHÚ 

32-37 Los discursos de Elihú. En el libro de Job sucede ahora algo inesperado: un nuevo prólogo en prosa narrativa introduce a un nuevo personaje, el cual se sube al escenario y se pone a hablar. El autor no nos lo había presentado en su introducción, cuando nos habló de los tres amigos, ni vuelve a hablar de él en el epílogo: por tanto, es una aparición al margen del marco narrativo. Elihú no interviene realmente en el diálogo, habla solo y nadie le responde; no sigue las reglas del juego, tan bien señaladas en las dos primeras ruedas: es decir, su intervención queda fuera de la estructura del diálogo. Además Elihú interrumpe la gran confrontación final, el desafío de Job y la respuesta de Dios, sin responder realmente a Job y adelantándose a Dios: también aquí perturba la estructura de la composición. 

El contenido de sus discursos aporta algunos elementos, desarrolla otros. Pero esto no compensa la extensión: sus discursos seguidos ocupan más que los seis discursos de los tres amigos en las dos primeras ruedas. Efecto de su estilo difuso, retórico, insistente. Aunque tiene bastantes aciertos de expresión, su estilo desmerece de lo anterior; la diferencia se nota sobre todo cuando pretende imitar. Hay que leer una vez el libro saltándose estos seis capítulos; después se pueden leer estos discursos, que naturalmente presuponen el libro. Elihú es un espontáneo, un intruso. 

¿Qué ha sucedido? En el orden de composición podemos reconstruir así el proceso: el libro de Job es un libro anticonformista, provocativo. Ha sido recibido en los círculos sapienciales, pero algunos miembros o grupos del gremio sapiencial se sienten insatisfechos, incluso ofendidos. El libro no se puede suprimir, a estas alturas; una adición sustancial lo hará menos ofensivo y más aceptable. Un lector posterior provocado y aun irritado por la lectura, va tomando notas, reflexiona, prepara la refutación; quizá en este trabajo representa a un grupo o escuela, y utiliza argumentos de sus compañeros. Con estos materiales compone una refutación: de los amigos, que no han sabido responder, de Job, que ha ofendido a Dios y ha escandalizado al propio lector; tampoco le han convencido las razones de Dios, y como no puede refutarlo, procura iluminar por adelantado sus palabras. El trabajo no forma parte del diálogo, pero tiene una referencia dialéctica a él, subrayada por las citas de afirmaciones de Job. 

El procedimiento literario de este autor es simple e interesante: de lector se transforma en actor por decisión propia. A ello se debe el esfuerzo por justificar su entrada en la obra, con una larga introducción, y su afán por identificarse con nombre, apellido y nacionalidad. 

Dicho todo esto, no muy en favor del autor o de su personaje, tenemos que añadir que estos seis capítulos pertenecen a la literatura canónica, la tradición los considera palabra inspirada. Por eso tenemos que leerlos y comentarios; lo haremos con fruto e interés si conservamos la conciencia de su origen y función: los discursos de Elihú son la primera reacción escrita al libro provocativo de Job, el primer comentario en una serie indefinida. Una reacción que prueba el poder de interpelar del libro, un comentario que llega a ser parte de la obra. Al fin y al cabo, el autor original escribió su libro para el público, para sacudirlo y hacerlo pensar: que no se queje si un lector hebreo ha recogido el desafío, y quiere que conste de ello. 

La intervención se compone de una introducción en prosa, un amplio exordio y cuatro discursos delimitados por la fórmula "Elihú siguió diciendo", o por la persona a quien se dirigen, Job o los amigos. Esta división es bastante artificial y no representa el proceso del pensamiento o de la argumentación. Otro criterio de división serían las citas de palabras de Job introduciendo cada nueva refutación; pero tampco este criterio satisface para establecer las líneas de composición. 

32,1 El autor ha creído que Job ha dejado convictos a sus interlocutores; en nombre del gremio de los sabios, antes de apelar a Dios, él quiere dar una respuesta. Piensa que a nivel humano de sabiduría, el problema de Job tiene una solución. 

32,2 La identificación puede ser real o simple ficción literaria. Los nombres son de buena factura israelítica; en una genealogía de Abrahán, Gn 22,20-24, leemos los nombres de dos hijos de Najor, hermano de Abrahán, Hus y Buz; Hus es el país de Job, Buz el de Elihú; según Jr 25,23, Buz es una de las tribus del desierto arábigo. Elihú ha entendido perfectamente la sustancia de lo que pretende Job, salir justificado en un pleito con Dios, 13,13-19; 16,21; Elihú (= Él es mi Dios) quiere ser abogado de Dios, como los amigos según Job, 13,8. 

32,3 Completa la idea: al hacerse abogados, encargados de la causa de Dios, y al no responder a Job, hacen que Dios pierda el pleito. Es decir, Elihú considera que el pleito ha tenido lugar, pero no lo da por concluido, por eso se mete a hablar antes de que Dios mismo hable; implícitamente parece decir que las razones de Dios no son convincentes. 

32,4 Con esta frase justifica el autor la entrada tardía de su personaje. 

32,6-7 En una época en que la longevidad es un hecho extraordinario y en que la cultura es un hecho empírico, la edad es una ventaja indiscutible. El anciano ha experimentado más, ha acumulado más saber, enlaza con la tradición antigua. Por su coexistencia con tres generaciones, es el auténtico puente de la tradición.

El argumento de Elihú añade otro aspecto implícito: el libro de Job tiene ya el prestigio de los años, es obra tradicional, mientras que el pensamiento suyo (y de su grupo) es novedad. 

32,8-9 Frente al principio de la edad introduce un principio revolucionario: la sabiduría como don carismático "espíritu, aliento del Todopoderoso", no pura adquisición "años, vejez". Pero la idea no es tan radicalmente nueva: Is 11,2; también Ex 35,31.35. Con todo, la antítesis de Elihú es importante: Dios no se somete a monopolios. 

32,11-12 Aquí se traiciona Elihú como espectador o lector: naturalmente, lector inteligente y crítico que no acepta sin más lo que se dice; también paciente y atento, con sincera voluntad de escuchar. 

32,13-14 ¿Refleja la opinión de la época?; para los lectores comunes y para los círculos sapienciales ¿era Job una cumbre de sabiduría humana?, ¿se estaba volviendo el libro intocable? Quizá en estas palabras el autor está pensando en la oposición de dichos círculos. En cierto sentido cada lector se convierte en nuevo interlocutor de Job. 

32,15-17 Elihú transforma su experiencia de lector sacudido en la ficción de personaje dentro del drama. Éste es el valor de la ficción: representar la multitud del público que irresistiblemente se ha convertido en parte de la representación. 

32,18-19 La imagen produce un juego sutil: viento es la materia de las palabras, viento es también el "espíritu". Como Jeremías respecto de la profecía, Jer 20,9, Elihú siente un impulso interno incontenible, se siente inspirado. 

32,20-22 Su intervención se define «respuesta». -Pero si nadie le ha preguntado. -Job pregunta a todos. Promete imparcialidad, aunque ya haya sentenciado a favor de Job contra los amigos. La referencia a Dios suena a reminiscencia de juramento, aunque la forma es diversa. Dios mismo, con su título de creador, va a garantizar el nuevo capítulo del juicio que abre Elihú.

CAPÍTULO 31.



31 1Yo hice un pacto con mis ojos
de no fijarme en doncella.
2A ver, ¿qué suerte reserva Dios desde el cielo,
qué herencia el Todopoderoso desde lo alto?
3¿No reserva la desgracia para el criminal
y el fracaso para los malhechores?
4¿No ve él mis caminos,
no me cuenta los pasos?
5¿He caminado con el embuste,
han corrido mis pies tras la mentira?
6Que me pese Dios en balanza sin trampa
y comprobará mi honradez.
7Si aparté mis pasos del camino,
siguiendo los caprichos de los ojos,
o se me pegó algo a las manos,
8¡que otro coma lo que yo siembre
y que me arranquen mis retoños!
9Si me dejé seducir por una mujer
y aceché a la puerta del vecino,
10¡que mi mujer muela para un extraño
y que otros se acuesten con ella!
11(Eso es una infamia,
un delito que compete a los jueces;
12fuego que devora hasta lo hondo
y arranca de raíz mis cosechas).
13Si denegué su derecho al esclavo o a la esclava,
cuando pleiteaban conmigo,
14¿qué haré cuando Dios se levante,
qué responderé cuando me interrogue?
15EI que me hizo a mí en el vientre,
¿no lo hizo a él?,

¿no nos formó uno mismo en el seno?
18Desde mi infancia me crió como padre
y desde el seno materno me guió.
16Si negué al pobre lo que deseaba
o dejé consumirse en llanto a la viuda,
17Si comí el pan yo solo
sin repartirlo con el huérfano,
19Si vi al vagabundo sin vestido
y al pobre sin nada con qué cubrirse,
20y no me dieron las gracias sus carnes,
calientes con el vellón de mis ovejas;
21Si alcé la mano contra el inocente
cuando yo contaba con el apoyo del tribunal,
22¡que se me desprenda del hombro la paletilla
y se me descoyunte el brazo!
23Porque el terror de Dios me espantaría
y me anonadaría su sublimidad.
38Si mi tierra ha gritado contra mí
o sus surcos han llorado juntos,
39si comí su cosecha sin pagarla
asfixiando a los braceros,
40¡que mi tierra dé espinas en vez de trigo;
en vez de cebada, ortigas!
24Lo juro:
No puse en el oro mi confianza
ni llamé al metal precioso mi seguridad;
25no me complacía con mis grandes riquezas,
con la fortuna amasada por mis manos.
26Mirando al sol resplandeciente
o a la luna caminar con esplendor,
27no me dejé seducir secretamente
ni les envié un beso con la mano.
28(También esto es delito
que compete a los jueces,
pues habría negado al Dios del cielo).
29No me alegré en la desgracia de mi enemigo,
ni su mal fue mi alborozo
30ni dejé que mi boca pecara
deseándole la muerte.
31¡Lo juro! Cuando los hombres de mi campamento dijeron:
«ojalá nos dejen saciamos de su carne»,
32el forastero no tuvo que dormir en la calle,
porque yo abrí mis puertas al caminante.
33No oculté mi delito como Adán
ni escondí en el pecho mi culpa.
34Por temor al griterío de la gente,
por miedo al desprecio de mi clan,
no me estuve encerrado y en silencio.
35¡Ojalá hubiera quien me escuchara!
[Aquí está mi firma! Que responda el Todopoderoso,
que mi rival escriba su alegato:
36lo llevaría al hombro
o me lo ceñiría como una diadema;
37le daría cuenta de mis pasos
y avanzaría hacia él como un príncipe.
40cFin de los discursos de Job. 


31 Job: juramento de inocencia. Estamos plenamente en contexto judicial: Job, después de acusar a su adversario, afirma su inocencia con juramento. El juramento negativo tiene una forma básica que podríamos imitar en castellano "¡Que Dios me castigue si he hecho tal cosa!": es decir, una condicional que transforma la negación, y una imprecación a Dios justiciero. El pecado y el castigo se suelen especificar. Una variante de la forma fundamental suprime la imprecación explícita, y la forma resulta en hebreo "Si he hecho tal y tal cosa", que hemos de traducir por "Juro que no ... " - El nombre de Dios de ordinario no suena explícito.
El capítulo se compone básicamente de una serie de juramentos específicos. La serie no parece ni completa ni ordenada. Casi todos los delitos figuran en la legislación israelítica. Además de este material básico, el capítulo contiene una introducción (2-6), una peroración (35-37), un aparte (23) y un par de consideraciones de orden legal, que muchos consideran glosas (11 s y 28). Para entender la introducción y el aparte, tenemos que conocer la fuerza del juramento. Dios garantiza los juramentos que se hacen en su nombre. Jurar es invocar el nombre del Señor sobre la verdad, la realidad de un hecho; por eso jurar por el Señor con verdad es un acto de culto, el nombre que uno invoca en el juramento define su religión o confesión; pero jurar por algo falso es querer consolidar con el nombre de Dios lo que no tiene consistencia; es pecado gravísimo contra el tercer mandamiento, Ex 20; Dt 5. El juramento inspira un sacro terror y regula con su sustancia religiosa la vida ciudadana.Job comparece como un acusado que apela al tribunal del templo: véase p. ej. el Salmo 7. La paradoja es que Job apela a Dios contra su adversario, que es Dios. Entra en el género literario aceptando sus convenciones y lo hace estallar con su situación personal.
* Varios versículos de este capítulo sufren variación en su orden correlativo. 

31,1 Como soberano de sus sentidos. El verso suena fuera de lugar, se debería leer después de 10 o de 12.
31,2-4 Véanse Job 14,16; Sal 33,13-15; 119,168; 139,1-4; Eclo 17,15. 

31,6 Nótese la imagen de la balanza de la justicia y véase Dn 5,27. 

31,7 Nm 15,39; Dt 13,18; Prov 4,25-27 y Job en 23,11. 

31,8 Véanse 5,5; 27,17; Lv 26,16; Miq 6,15; Is 65,22. 

31,9 Véanse 24,15; la legislación en Ex 20,17; una descripción en Prov 7,6-27; Eclo 23,18-27. 

31,11-12 Suena a glosa. Véase la legislación en Lv 20,10 Y Dt 22,22. Sobre el castigo por el fuego véase Dt 32,22; Prov 6,27-29; Eclo 9,8. 

31,13 Ex 21 ,2-11 ; Lv 25,39-55; Dt 15,12-23. 

31,14 En gesto judicial: Sal 71,10; Is 31, 2. La forma del juramento cambia aquí usando la interrogación. 

31,15 La motivación se lee en Prov 22,2; véase también Prov 17,5 y Mal 2,10. 

31,16-17 Refutando la acusación de Elifaz en 22,7-9. Otros paralelos: Is 58,7; Prov 22,9; Tob 4. En nuestra terminología, pasamos de las obras de justicia a las de misericordia, dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, dar posada al peregrino; para el autor entran en la misma categoría de obligaciones. 

31,19 Is 58,7. 

31,24-25 Sal 49,13-14; Prov 11,28. 

31,26-27 Dt 4,19; Jr 8,2; Ez 8,16.

31,28 Quizá glosa. El Dios del cielo crea los astros como señores del día y de la noche, puras creaturas y no dioses.

31,29-30 Con algunos límites la legislación condena el espíritu vengativo: Ex 23,4-5; Lv 19,18; más frecuente en la literatura proverbial: Prov 20,22; 24,17-19; 25,21-22; doctrina llevada a su perfección en el N. T., p. ej. Mt 5,43-48. 

31,31-32 El texto es difícil, aunque es bastante claro que se trata de delitos contra la hospitalidad. El autor parece pensar en los delitos sexuales narrados en Gn 19 (Sodoma) y en Jue 18. Tal como está el texto, Job se opone a las proposiciones de su gente contra el extranjero. 

31,33-34 La confesión del delito propio da gloria a Dios, Jos 7,19, Y aclara una situación en una comunidad. En vez de Adán, leen otros "tierra", pues la tierra absorbe la sangre y encubre así el homicidio. 

31,35-37 La peroración es un desafío, en el que resuenan los gritos repetidos de 13, 22-23; 19,23-24 y 23,2-4. Aquí tenemos la confesión de Job con su propia firma; ahora toca al contrincante. Si se calla, es que no tiene razón, Is 41,26-29 (los ídolos); si habla o presenta un documento escrito, tendrá que declarar sus razones, y Job lo refutará y dejará convicto. En ambos casos, silencio o palabra, Job ganará su pleito contra Dios; por eso concluye con ese gesto y ademán principesco: al hombro, bien visible, el instrumento de su absolución, con paso firme hacia el supremo encuentro. El texto hebreo es algo dudoso, por lo cual difieren las versiones. 

31,38-39 Parece tratarse de la explotación de pequeños propietarios o bien de no pagar a los braceros (como leen otros). En cualquier caso, la tierra pide venganza contra el explotador. 

31,40 Véase Gn 3,17-18; 4,12. Continúa, tras una pausa o repentina, la respuesta de Dios, capítulos 38-41.

CAPÍTULO 30.



30 1Ahora, en cambio, se burlan de mí
muchachos más jóvenes que yo,
a cuyos padres habría rehusado
dejar los perros de mi rebaño,
2cuyos brazos no me habrían servido,
sin fuerzas como estaban.
3Andaban enjutos de hambre y necesidad,
royendo la estepa,
de noche en el yermo desolado,
4arrancando armuelles por los matorrales,
alimentándose de raíces de retama;
5expulsados de los poblados,
a gritos, como ladrones,
6habitando en barrancos espantosos,
en cuevas y cavernas,
7aullando entre los matorrales
apretujándose bajo las ortigas.
8¡Chusma vil, prole sin nombre,
arrojada del país a latigazos!
9 Ahora, en cambio, me sacan coplas,
soy el tema de sus burlas,
10me aborrecen, se distancian de mí
y aun se atreven a escupirme a la cara.
11Dios ha soltado mi cuerda y me ha humillado,
y ellos se desenfrenan contra mí.
12A mi derecha se levanta una canalla
que apisona caminos para mi exterminio;
13deshacen mi sendero,
trabajan en mi ruina
y nadie los detiene;
14irrumpen por una ancha brecha
en avalancha, como tormenta.
15Se vuelven contra mí los terrores,
se disipa como el aire mi dignidad,
y pasa como nube mi ventura.
16Ahora quiero desahogarme:
me atenazan días de aflicción,
17la noche me taladra hasta los huesos,
pues no duermen las llagas que me roen.
18Él me agarra con violencia por la ropa
y me sujeta por el cuello de la túnica,
19me arroja en el fango
y me confundo con el barro y la ceniza.
20Te pido auxilio, y no me haces caso;
insisto, y me clavas la mirada.
21Te has vuelto mi verdugo
y me atacas con tu brazo musculoso.
22Me levantas en vilo, me paseas
y me sacudes en el huracán.
23Ya sé que me devuelves a la muerte,
donde se dan cita todos los vivientes.
24¿No alarga uno la mano al hundirse,
o no grita «socorro» en el desastre?
25¿No lloré con el oprimido,
no tuve compasión del pobre?
26Esperé dicha, me vino desgracia;
esperé luz, me vino oscuridad.
27Me hierven las entrañas y no se acallan,
días de aflicción me salen al encuentro.
28Camino sombrío, lejos del sol,
y en la asamblea me levanto a pedir auxilio;
29me he vuelto hermano de los chacales
y compañero de los avestruces.
30Mi piel se ennegrece y se me cae,
mis huesos se queman de fiebre.
31Mi cítara está de luto
y mi flauta acompaña al llanto.

30 Job: elegía por si mismo. Del pasado pasamos al presente, sin abandonar del todo los recuerdos. La primera desgracia es la humillación y burla, que se opone al prestigio de antes; la segunda es la hostilidad de unos y el abandono de otros; la tercera es el sufrimiento corporal y la angustia interior.Como en el capítulo anterior Dios era el centro y la fuente de la dicha, también ahora Dios es la causa de la desgracia. Pero es muy diversa su aparición: el texto hebreo no nombra a Dios. Su figura emerge primero como una tercera persona, sujeto anónimo de lo que Job siente; después como una segunda persona a quien Job interpela. Porque Dios no es la causa soberana que se respeta, sino el responsable y por lo tanto culpable de esta situación. Los motivos literarios del dolor, la burla, la hostilidad son comunes de los salmos de súplica o lamentación; lo nuevo es que ahora es Dios el protagonista de esa hostilidad. La súplica a Dios se transforma en queja contra Dios. A ver si a fuerza de acusaciones obliga a Dios a responder. 

30,1 Compárese con 29,815. Los perros eran despreciables, y perro podía ser insulto: Ex 22,31; 1 Re 14,11; 21,19; Jr 15,3; Sal 68,23; Prov 26,11. 

30,3-8 El extremo de la humillación es sufrir las burlas de la gente más indigna. Job describe aquí de modo genérico a maleantes que andan vagabundos al margen de la cultura, gente indeseable expulsada de la vida ciudadana. Si Job ha sido expulsado de la comunidad por el peligro de contagio, (cfr. Lv 13,46), es más fácil imaginarse que se vea expuesto a la burla de los vagabundos. La presente descripción tiene puntos de contacto con la de 24,5-8, y algunos comentaristas prefieren considerarla como adición extraña al texto. 

30,6 Véase Is 2,10.19.21. 

30,7 A la letra "rebuznando", es decir como asnos salvajes. 

30,9 Sal 69,13; Lam 3,14. 

30,10 Véase 19,13-19. 

30,11 "Mi cuerda": del arco (29,20) o de la tienda. Es dudoso el sujeto. 

30,12-14 Hay que notar la semejanza con el discurso de Job 19,8.12, donde el sujeto era Dios. 

30,15 Véase 19,9. 

30,16 Véase Sal 42,5. 

30,17 Día y noche activos, sucediéndose en la tortura. Sobre todo se siente la noche, que no sólo envuelve, sino penetra; como el ejército de animales roedores que ella cobija. En la oscuridad y el silencio se exacerba la sensación del dolor. Así la noche cobra valor simbólico, de la muerte que ya ha hecho presa en un cuerpo y no lo soltará. 

30,18-19 Como si hubiera comenzado la ejecución del reo: el vestido expresa su dignidad personal, y se emplea para sujetar al reo; fango, barro y ceniza recuerdan al hombre su origen, son signo de luto y penitencia y también símbolo de la muerte. 

30,18 El verso es muy dudoso. Otra posible traducción: lime rodea como el cuello de mi túnica". 

30,20 Comienza la interpelación en segunda persona, como de una víctima que suplicase al verdugo. El verdugo no hace caso: 19,7; Sal 22,2-3. 

30,21 Véase 19,11; 16,19; 13,24; también Is 63,10. 

30,22 Extraña elevación del hombre, para exponerlo a la violencia del huracán. Huracanes de la existencia, pero sobre todo el terrible huracán de Dios (teofanía), que sacude al hombre exaltado. ¿Es esto ser hombre, estar expuesto a la vehemencia de Dios? Véase Sal 102,11. 

30,23 Dios devuelve lo suyo a la tierra, el hombre al polvo, Gn 3,19; Sal,9,18 (los malvados); 90,3 (hijos de Adán); EcI 12,5.7. ¿Pero pertenece la vida a la muerte? Más bien Dios retira su aliento: Sal 104,29. 

30,24 El texto hebreo difícilmente hace sentido. Ofrezco una traducción conjetural, inspirada en Sal 69,3.15. Según ella asistimos a lo último: una mano que se agita entre las olas, un grito de socorro sin respuesta. ¿Son éstas las últimas palabras de Job? El hombre, un náufrago tragado por el océano de la no existencia.
30,25 Este verso haría mejor sentido junto a 31,29-30. 

30,27-30 Compárese con Sal 38 y con las Lamentaciones. 

30,27 Lam 1,20; 2,11. Acosado por dentro y por fuera: no es refugio su interior ni es liberación el futuro próximo. 

30,28 Sal 42,10; 43,2. Compárese la segunda parte con 29,9s. 

30,29 Es decir, compañero de animales salvajes, habitantes de las ruinas y el despoblado: Is 13,21-22; 34,13-15; Miq 1,8. 

30,30 Véanse 7,5; 18,13; Sal 102,4; Lam 4,8.