41 4No dejaré de describir sus miembros
ni su fuerza incomparable.
ni su fuerza incomparable.
5¿Quién
le abrió el revestimiento
y penetró
por su doble coraza?
6¿Quién abrió las dos puertas de sus fauces
rodeadas de dientes espantosos?
6¿Quién abrió las dos puertas de sus fauces
rodeadas de dientes espantosos?
7Su dorso
son hileras de escudos
cerrados
sin resquicio con un sello,
8tan
unidos unos con otros,
que el
aire no pasa entre ellos;
9soldado cada uno con el vecino
9soldado cada uno con el vecino
se traban
y no se pueden separar.
10Su estornudo lanza destellos
10Su estornudo lanza destellos
sus ojos
parpadean como la aurora;
11de sus fauces salen antorchas
11de sus fauces salen antorchas
y se escapan
chispas de fuego;
12de sus narices sale una humareda
12de sus narices sale una humareda
como de
un caldero atizado e hirviente;
13su aliento enciende carbones
13su aliento enciende carbones
y saltan
llamaradas de sus fauces.
14En su cuello se asienta la fuerza,
ante él danza el terror.
14En su cuello se asienta la fuerza,
ante él danza el terror.
15Sus
carnes son compactas,
fraguadas sobre él e inmóviles;
16su corazón es duro como roca,
fraguadas sobre él e inmóviles;
16su corazón es duro como roca,
duro como
piedra molar.
17Cuando
se yergue, tiemblan los héroes,
y se rinden consternados.
y se rinden consternados.
18La espada
que lo alcance no resiste,
ni la lanza, ni el dardo, ni el asta,
19pues para él el hierro es paja
ni la lanza, ni el dardo, ni el asta,
19pues para él el hierro es paja
y el
bronce madera carcomida;
20no lo ahuyentan las saetas,
20no lo ahuyentan las saetas,
tamo se
le vuelven las piedras de la honda;
21para él la maza es pelusa,
21para él la maza es pelusa,
se ríe del
vibrar del venablo.
22Su panza
de tejuelas afiladas
rastrilla
el lodo como un trillo;
23hace hervir el fondo como una caldera
23hace hervir el fondo como una caldera
y humear
el agua como un pebetero;
24detrás deja estela brillante,
24detrás deja estela brillante,
el agua
como barba encanecida.
25En la tierra nadie se le iguala
25En la tierra nadie se le iguala
a él, que
fue creado intrépido.
26Se encara con todo lo elevado
26Se encara con todo lo elevado
y es el
rey de todas las fieras.
1Pues bien,
su esperanza queda defraudada.
¿También Dios al verlo quedará derribado?
¿También Dios al verlo quedará derribado?
2No
será cruel cuando lo provoque.
¿Quién resistirá frente a mí?
3¿Quién me hará frente y saldrá ileso?
¿Quién resistirá frente a mí?
3¿Quién me hará frente y saldrá ileso?
Cuanto hay
bajo el cielo es mío.
41,4
Exordio
retórico de la descripción que sigue. Los vv, 1-3 al final del capítulo.
41,6 Como un portón de fortaleza custodiado por una guardia erizada de armas.
41,10-13
Exaltan la naturaleza "ígnea" del animal mezclando rasgos reales y
fantásticos. Hay que contar con la naturaleza ''fogosa" de la ira: Prov 16,27;
Eclo 28,1 Os. Es como los dragones de los cuentos, que vomitan llamas.
41,16
El corazón
pétreo indica la intrepidez. Is 19,1.
41,17 Verso
dudoso. El texto hebreo lee 'elim = dioses, lo cual puede ser otra
alusión mitológica: los dioses tiemblan ante el monstruo, y Marduk lo derrota.
41,18-21
Una panoplia de ocho armas para luchar de cerca y de lejos.
41,22-24
El animal es anfibio, dominador de tierra yagua.
41,25-26
Rey de los animales, no del hombre. Dios lo tolera y lo controla. El hombre,
si no puede domeñarlo, puede ejercitarse con su "hostilidad", como en
Gn 3,15; Jue 2,3.22.
41,1-3
Lo leemos como
respuesta antitética: lo que no puede el hombre lo puede Dios. La pregunta "¿quién
resistirá frente a mí / él?" se refiere a Dios: Jr 49,19; Sal 76,8; Job 9,4;
Nah 1,6; Mal 3,2. "Todo es mío" suena como respuesta final; ahora
toca a Job.
Fin de
la respuesta de Dios. Antes de que Job responda, el lector debe reflexionar: ¿cómo
se encuentra en este momento?, ¿satisfecho, desconcertado, desilusionado? Después
de la creciente tensión dramática de los diálogos, ¿están los discursos de Dios,
a la altura?, ¿o ha desfallecido el autor al llegar al final? ¿ha sabido
responder a la expectación que él mismo había creado?
Si el
lector se había puesto de parte de Dios y esperaba que taparía la boca a Job, ha
quedado satisfecho. Si se había puesto de parte de Job, esperaba la solución
del encuentro con la condena de uno o con la absolución de los dos. Vamos a
pensar varias soluciones hipotéticas.
a)
Solución intelectual del problema. Dios no responde a Job ni el autor responde
al lector. A Job no le basta una respuesta intelectual. Además, no olvidemos
que Dios es un personaje del autor, y el autor no poseía la solución puramente
intelectual del problema; honestamente no podía darla, ni lo ha intentado.
b) Que
Dios comprenda la situación y el punto de vista de Job. ¿Ha estado comprensivo
Dios? De alguna manera, sí: el no aniquilarlo, el entablar diálogo. El interpelarlo
con preguntas, la ironía, pueden entenderse como muestras de la comprensión
divina. No es un Dios cruel el que ha hablado.
c) Un discurso
de compasión y consuelo, confortando a Job en su dolor. Es decir, algo de lo
que debieron hacer los amigos. ¿Sería esto sincero? Después de haber permitido
a Satán, ¿no sonarían a hipocresía unas palabras de consuelo? Una solución emotiva
no satisfaría a Job y no sería coherente con el drama. El autor ha hecho
muy bien en no permitir sentimientos fáciles a Dios.
d)
Entonces tenía que respetar al hombre Job, hacer que progresase en la
conciencia de sí mismo, salir al encuentro de su valentía y con ella conducirlo
a la decisión viril: ¿quiere ocupar el puesto de Dios? Entonces que se encargue
del mundo, que gobierne la historia y establezca el reino de la justicia; en
ese momento en que aspira al puesto de Dios, se condena a sí mismo. Entonces
¿acepta su puesto de hombre? Que lo acepte con todas sus consecuencias, sobre
todo frente a Dios: éste será el acto más valiente de Job.
Es
verdad, Job ha crecido desmesuradamente en el dolor; lo necesitaba para superar
su vida feliz y satisfecha. Es verdad, pero ¿por qué? ¿Por qué necesita el
hombre sufrir para madurar? ¿Quién ha hecho así al hombre? Trascendemos el
problema de Job y vemos que no se le puede dar una respuesta puramente verbal;
hará falta un hecho. ¿No reclama el libro de Job la respuesta viva en Cristo?
Segunda
respuesta de Job: 42,1-6. Añado la indicación de cita, que falta en el original.
Esta segunda confesión avanza notablemente sobre la primera: enuncia explícitamente
el poder y sabiduría de Dios, la propia ignorancia, retracta sus palabras.
La
fórmula de reconocimiento es frecuente en los salmos, como respuesta al oráculo
en acto de confianza, como alabanza, como consecuencia de la intervención de Dios
efectuada o prometida; véanse Sal 20,7; 41,12; 56,10; 119,75; 135,5; 140,13.
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