jueves, 6 de diciembre de 2012

CAPÍTULO 34.



34 1Elihú siguió diciendo:
2Sabios, escuchad mis palabras,
prestadme oído los doctos,
3pues igual que el oído distingue las palabras
y el paladar aprecia los sabores,
4así nosotros escogeremos lo justo
y distinguiremos lo que es bueno.
5Job ha afirmado: «Aunque soy inocente,
Dios me niega el derecho;
6con el derecho de mi parte, paso por mentiroso;
el flechazo se me encona,
aunque no he pecado».
7¿Quién hay como Job,
que suelta sarcasmos como quien bebe agua,
8se junta con malhechores
y va en compañía de malvados?
9 Afirma: «De nada le sirve al hombre
gozar del favor de Dios».
10Escuchadme, hombres sensatos:
¡Lejos de Dios la iniquidad,
del Todopoderoso la injusticia!
11Dios paga al hombre sus obras,
lo retribuye según su conducta;
12ciertamente Dios no obra mal,
el Todopoderoso no tuerce el derecho.
13¿Quién le ha encomendado a él la tierra,
quién le ha confiado el universo?
14Si decidiera por su cuenta
retirar su espíritu y su aliento,
15expirarían todos los vivientes
y el hombre tomaría al polvo.
16Si eres inteligente, escúchame,
presta oído a mis palabras:
17¿Podrájuzgar uno que odia el derecho?,
¿te atreves a condenar al más justo,
18al que declara criminal a un rey
y malvados a los nobles?
19Dios no es parcial a favor del príncipe
ni favorece al rico contra el pobre,
pues todos son obras de sus manos.
20De repente mueren, a media noche,
los nobles se agitan y pasan,
el poderoso es derribado
sin mano de hombres.
21Porque los ojos de Dios
miran las sendas del hombre
y vigilan todos su pasos;
22no hay tinieblas ni sombras
donde puedan esconderse los malhechores.
23y no toca al hombre señalar un plazo
para comparecer a juicio con Dios.
24Tritura a los poderosos sin tener que indagar
y en su lugar nombra a otros;
25como conoce sus acciones.
los trastorna de noche y quedan deshechos;
26como a criminales los azota
en la plaza pública.
27porque se apartaron de él
y no siguieron sus caminos.
28haciendo que llegara a Dios
el clamor de los pobres
y que oyera el clamor de los afligidos.
29Porque esté quieto. ¿quién podrá condenarlo?
y si esconde su rostro. ¿quién podrá verlo?
Vela sobre pueblos y hombres
30para que no reine el impío
ni haya quienes engañen al pueblo.
31Dile a Dios: «Me he equivocado.
no pecaré;
32lo que yo no veo, enséñamelo tú,
y si cometí delito, no volveré a hacerlo».
33¿Debe él retribuir a tu antojo?,
puesto que tú haces y deshaces, y no yo,
lo que sepas dilo;
34y los hombres sensatos que me escuchan
y los sabios confesarán:
35«Job habla sin saber,
sus palabras no tienen sentido.
36Que lo torturen hasta lo último
por sus respuestas. dignas de un malvado;
37porque al pecado añade la rebelión,
ante nosotros se burla
y no cesa de hablar contra Dios». 

Este capítulo tiene una estructura semejante: invitación a escuchar (2-4), cita de Job (5-6 ), respuesta ad hominem (7-9), respuesta con argumentos (10-33), pronuncia sentencia pública contra Job (34-37).
Elihú se pone a defender la justicia de Dios con estas razones: tiene el poder supremo, es imparcial, está perfectamente informado, no necesita de procesos públicos con fechas determinadas, no acepta normas humanas. Con esto Elihú cambia profundamente el estado de la cuestión. Porque Job habla de la justicia en un pleito bilateral, mientras que Elihú piensa en la justicia de un juez imparcial. (Hay que confesar que infinidad de comentaristas han seguido el ejemplo de Elihú, entendiendo la justicia de Dios puramente como justicia de un juez imparcial). La idea de que Dios entre en pleito con los hombres -en la modalidad antigua del rib- tiene raigambre en el A. T. p. ej. Sal 50; Is 1,10-20; Jr 2-4: en estos pleitos Dios es parte ofendida por el pueblo de la alianza. La audacia de Job consiste en tomar él la iniciativa, como parte ofendida por Dios. Otro antecedente bíblico es la queja del pueblo en los salmos, cuando la ocasión es un sufrimiento que el pueblo considera injustificado: Véase p. ej. Sal 44, especialmente. 

34,1 Aquí engancha Elihú su discurso buscando una justificación de Dios objetiva y personal, no interpersonal, en virtud de unas normas, no en virtud de un compromiso con el hombre. 

34,2-4 En la ficción de un Elihú actor, los sabios son los tres amigos; en su realidad de lector, son todos los del gremio divididos en su juicio del libro de Job.  Elihú apela a un gusto no estético, sino ético; cualidad innata o adquirida que los permite apreciar y juzgar con acierto. Recuérdese el enlace del sabor con el saber en Gn 3 y en Is 7,14-17. Véase también Job 12,11. 

34,5-6 Sobre todo 27,2. 

34,7-8 El argumento ad hominem tiende a ser agresivo. Elihú aplica a Job frases como las de 11,11; 22,15; 31,5; Sal 1,1. 

34,9 Se refiere a lo dicho por Job en 9, 22; 10,3; 21,7; compárese con Mal 3,13-14. A esta acusación responderá en el capítulo siguiente. 

34,10 Véase 8,3. Resuena lo que Abrahán decía al Señor para que perdonase a Sodoma, Gn 18,25. 

34,11-12 Ésta es la tesis de Elihú: rigurosamente una tesis de retribución. Ni es falsa ni es completa, sobre todo no responde a la situación. El principio se lee en 4,8; Sal 62,13; Prov 24,12; Eclo 16,14; Rom 2,6; Gal 2,7-10. 

34,13-17 Elihú parece probar la justicia apelando al poder: Dios tiene el poder originario, no delegado, por tanto es justo. La injusticia comienza donde el poder no es total, o por afán de más poder, o por concesiones o por miedos. En cambio la plenitud del poder coincide con la plenitud de la justicia: cfr. Sab 12,15s. Dios es la última apelación, por lo tanto tiene que ser justo. El argumento en lo que tiene de válido es aportación original al libro. ¿Pero es convincente para Job? La identificación poder-justicia es precisamente lo que niega Job, como indican las siguientes citas. 

34,13 Véase 9,12 y el cap. 24. Consecuencia: Dios es responsable de todo. 

34,14-15 Gn 2,7; 3,19; Is 42,5; Sal 104, 19; Ecl12,7. 

34,19 El Dios imparcial: Dt 10,18; Prov 22,2; Sab 6,7; Eclo 35,12-15. ¿En qué sentido ha hecho Dios a ricos y pobres? Prov 22,2; Sab 6,7. Elihú insinúa que Job pertenece a los ricos y por ello pretende privilegios y parcialidad de parte de Dios. El prólogo ha desmentido ya este juicio, que se acerca al de Satán. 

34,20 El texto hebreo es difícil. En nuestra lectura, aquí comienza la ejecución de la sentencia contra esos poderosos que abusaron del poder delegado, que separaron el poder de la justicia. "Sin mano": Ver fórmula semejante en Lam 4,6. 

34,21-22 Job 24,23; 31,4. Tema frecuente en el A. T.: p. ej. Sal 139,11-12; 94,8-11; Eclo 24. 

34,23 Lo había pedido Job: el juicio en 9.32; 14.13; el plazo en 24.1. Dios tiene sus plazos y sus días. que para el hombre son siempre inminentes. 

34,24 Porque conoce todo inmediatamente; pero véase Gn 18.21 (el pecado de Sodoma). 

34,27 Véase 24.13. 

34,28 Es doctrina común que Dios escucha las reclamaciones de los oprimidos y les hace justicia. y que en eso consiste principalmente su justicia. Ex 3.7; Eclo 35. 

34,29 La inactividad de Dios es espera para que madure la historia. Is 18,4-6. Sobre el Dios escondido: 13.24; 23.9; Sal 10.1; 44. 25; 88.15; 104.29; Is 8.17; 45.15. 

34,29c-30 El texto hebreo es dudoso. 

34,31-32 El texto de estos versos es muy dudoso. En nuestra interpretación. Elihú recomienda a Job la penitencia. como en 33. 

27. En la confesión introduce otro elemento válido: la ignorancia reconocida. En sí un dato útil; para refutar a Job, inútil. 

34,32 Véanse 6.23; 10,2; 13,23. 

34,33 El hombre quiere dictar a Dios normas de justicia y según su idea de la justicia juzga a Dios. Job ha criticado el gobierno de Dios: 9,24; 10,3; 12,6; 21,6-33; 27,1-17. En cambio, de su gestión personal como jefe ha trazado un cuadro inmejorable: 29,12-17. Elihú responde con una burla y un desafío. 

34,34 Patéticamente Elihú se dirige a todos los presentes, para que ratifiquen la sentencia que él pronuncia. Cualquier lector sensato se ha de sentir comprometido por el gesto de Elihú. En este sentido su gesto prolonga algo que apunta en el drama original. 

34,36 Como en un interrogatorio despiadado, hasta que confiese. Es precisamente lo que ha sucedido. También Elihú se suma a los sabios y pide que se torture al hombre para que triunfe la doctrina. 

34,37 Por estas palabras en forma de sentencia judicial, aquí podría terminar el discurso de Elihú. Pero le quedan otros argumentos todavía.

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