jueves, 6 de diciembre de 2012

CAPÍTULO 42.



42 1Job respondió al Señor:
2-Reconozco que lo puedes todo
y ningún plan es irrealizable para ti.
3[Tú has dicho:] «¿Quién es ése
que empaña mis designios
con palabras sin sentido»?
-Es cierto, hablé sin entender
de maravillas que superan mi comprensión.
4[Tú has dicho:] «Escúchame, que voy a hablar,
voy a interrogarte y tú responderás».
5-Te conocía sólo de oídas,
ahora te han visto mis ojos;
6por eso me retracto y me arrepiento
echándome polvo y ceniza.
7Cuando el Señor terminó de decir esto a Job,
se dirigió a Elifaz de Temán:
-Estoy irritado contra ti y tus dos compañeros porque no habéis hablado rectamente de mí, como lo ha hecho mi siervo Job. 8Por tanto, tomad siete novillos y siete carneros, dirigíos a mi siervo Job, ofreced los en holocausto y mi siervo Job intercederá por vosotros. Yo haré caso a Job y no os trataré como merece vuestra temeridad, por no haber hablado rectamente de mí, como lo ha hecho mi siervo Job.
9Fueron Elifaz de Teman, Bildad de Suj y Sofar de Naamat, hicieron lo que mandaba el Señor y el Señor hizo caso a Job.
10Cuando Job intercedió por sus compañeros, el Señor cambió su suerte y duplicó todas sus
posesiones. 11Vinieron a visitarlo sus hermanos y hermanas y los antiguos conocidos, comieron con él en su casa, le dieron el pésame y lo consolaron de la desgracia que el Señor le había enviado; cada uno le regaló una suma de dinero y un anillo de oro.
12EI Señor bendijo a Job después, más aún que al principio; sus posesiones fueron catorce mil
ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil borricas. 13Tuvo siete hijos y tres hijas: 14la primera se llamaba Paloma, la segunda Acacia, la tercera Azabache. 15No había en todo el país mujeres más bellas que las hijas de Job. Su padre les repartió heredades como a sus hermanos.
16Después Job vivió ciento cuarenta años y conoció a sus hijos, nietos y bisnietos. 17y Job murió anciano y colmado de años. 

42,3 Acusación propia: no de culpas punibles, sino de ignorancia y presunción en las palabras. Véase Sal 139,6 y Prov 30,2-3. 

42,5 Algo semejante al cambio del salmo 73: Job se ha encontrado con Dios, y esta profunda experiencia religiosa supera toda la tradición teológica de las escuelas, los discursos de los sabios; lo que es más, supera una idea limitada de Dios, que distinguía su saber de su justicia. Dios era un tema de discusión en la boca de los amigos, Dios es ahora uno a quien Job ha encontrado. A este punto ha llegado por el camino de la palabra tenaz. Dios no ha tapado la boca a Job cuando terminó su maldición inicial, Dios no quiere colaboradores mudos, le hacían falta las palabras de Job. Porque nos hacían falta a nosotros: somos un pueblo crítico, incluso de Dios, y Job es nuestro portavoz. Por eso no podía callar. Más allá de nuestra crítica, del Dios que nuestra critica imagina, suena la voz del Dios cada vez más verdadero. Job no
podía callar.Para la oposición oír / ver: 1 Re 10,6s. El ver a Dios responde a la esperanza de 19,25-27. 

42,6 Lo que en 2,8 era humillación del hombre, aquí es humildad de la penitencia.

EPÍLOGO

42,7-17 El epílogo consta de dos partes: en la primera (7-9) Dios zanja la disputa entre los amigos y Job; en la segunda (10-17) se narra sucintamente la restauración de Job. 

42,7-9 Quedan pendientes los amigos y quienes hayan tomado partido a favor o contra Job. Dios decide con autoridad la disputa, y su sentencia es en resumen: Vosotros habéis faltado, mi siervo Job tenía razón.
Algunos comentaristas se preguntan: ¿no contradice esto el precedente discurso de Dios?, y recurren a varios expedientes para salvar la contradicción: limitar el alcance de la sentencia a la confesión final, o referirla a las confesiones de 1,21 y 2,10. El autor los desmiente: No. El veredicto de Dios abarca todo el proceso de Job, trabajoso, apasionado, sincero y humilde al final. Y éste es un gran aviso para los lectores. Así quiere Dios que lo trate el hombre que sufre: honradamente, en una búsqueda afanosa, con valentía para no rendirse, hasta el encuentro que es don suyo. Eso es hablar como auténtico siervo; y lo demás, las pías banalidades, el sistema férreamente construido, las supuestas verdades sin caridad, lo ofenden, lo irritan. Job ora en nuestro nombre y nos enseña a orar. 

42,7-8 El proceso normal, cuando el hombre peca es el siguiente: ira de Dios, amenaza o castigo, arrepentimiento y penitencia del pueblo, perdón y reconciliación. Véase p. ej. Jue 2,11-20. En el esquema se pueden introducir modificaciones: p. ej. la expiación ritual por el pecado, la intercesión de un mediador. En estos versos el autor sigue un orden libre: en una sentencia Dios anuncia su ira (amenaza) a causa de las palabras de los amigos (pecado), pero les da la posibilidad de un sacrificio y una intercesión, para evitar el castigo. Así, con gran concentración, el narrador resuelve la disputa entre Job y los amigos, con la sentencia inapelable de Dios. La sentencia está escrita en prosa rítmica, con repeticiones a modo de estribillo. 

42,8 El sacrificio como en 1,5. El número de víctimas supera las prescripciones legales, Lv 5. La intercesión sigue el modelo de Abrahán, Gn 18, y Moisés, Ex 32; Ezequiel cita como modelos de intercesión a Noé, Daniel y Job. Con esto se han cambiado los papeles: los que acusaban a Job de pecado y de hablar mal, son ahora los culpables y han de pedir su intercesión. Por su parte Job tiene que perdonar de corazón e interceder por los que lo han hecho sufrir. Ellos lo exhortaban a que suplicase a Dios por sí 5,8; 8,5; 11,13; 22,27; ahora ha de pedir por ellos. "Vuestra temeridad": con leve corrección. 

Epílogo 11. En sustancia la cosa ha terminado: Job con Dios, y basta. Narrativamente hay que atar los cabos del prólogo y hay que pensar en la desgracia de Job. El v. 10 enuncia brevemente la restauración de Job, y podía ser el final. El epílogo continúa con algunos detalles pintorescos, hasta la muerte del protagonista.
Se puede leer este final en dos planos: en el plano narrativo para el pueblo, que exige un final feliz y goza con el triunfo del protagonista. En un plano más profundo “que ese deseo del pueblo hace aflorar”, el plano de la esperanza, de desear y creer que el bien puede más que el mal, que el sufrimiento no es el destino final del hombre, que el amor de Dios benéfico es la realidad definitiva. La expresión de esta profunda esperanza, en forma de final de cuento, adquiere una profundidad simbólica. Así hemos de leerlo nosotros. 

42,11 La presencia de los familiares para darle el pésame y consolarlo disuena un poco aquí; hemos de tomarlo como una doble acción, compasión por el pasado, felicitación por el presente, en forma de un regalo significativo. 

42,12 Véase 8,7, donde Bildad promete algo semejante. 

42,15 Heredan, contra la costumbre de Nm 27,1-11; 36; Dt 21,15-17. 

42,16-17 Con la tonalidad patriarcal de las narraciones del Génesis concluye la historia: véase Gn 5; 50,23; Gn 25,8 muerte de Abrahán; 35,29, muerte de Isaac.

CAPÍTULO 41.



41 4No dejaré de describir sus miembros
ni su fuerza incomparable.
5¿Quién le abrió el revestimiento
y penetró por su doble coraza?
6¿Quién abrió las dos puertas de sus fauces
rodeadas de dientes espantosos?
7Su dorso son hileras de escudos
cerrados sin resquicio con un sello,
8tan unidos unos con otros,
que el aire no pasa entre ellos;
9soldado cada uno con el vecino
se traban y no se pueden separar.
10Su estornudo lanza destellos
sus ojos parpadean como la aurora;
11de sus fauces salen antorchas
y se escapan chispas de fuego;
12de sus narices sale una humareda
como de un caldero atizado e hirviente;
13su aliento enciende carbones
y saltan llamaradas de sus fauces.
14En su cuello se asienta la fuerza,
ante él danza el terror.
15Sus carnes son compactas,
fraguadas sobre él e inmóviles;
16su corazón es duro como roca,
duro como piedra molar.
17Cuando se yergue, tiemblan los héroes,
y se rinden consternados.
18La espada que lo alcance no resiste,
ni la lanza, ni el dardo, ni el asta,
19pues para él el hierro es paja
y el bronce madera carcomida;
20no lo ahuyentan las saetas,
tamo se le vuelven las piedras de la honda;
21para él la maza es pelusa,
se ríe del vibrar del venablo.
22Su panza de tejuelas afiladas
rastrilla el lodo como un trillo;
23hace hervir el fondo como una caldera
y humear el agua como un pebetero;
24detrás deja estela brillante,
el agua como barba encanecida.
25En la tierra nadie se le iguala
a él, que fue creado intrépido.
26Se encara con todo lo elevado
y es el rey de todas las fieras.
1Pues bien, su esperanza queda defraudada.
¿También Dios al verlo quedará derribado?
2No será cruel cuando lo provoque.
¿Quién resistirá frente a mí?
3¿Quién me hará frente y saldrá ileso?
Cuanto hay bajo el cielo es mío. 

41,4 Exordio retórico de la descripción que sigue. Los vv, 1-3 al final del capítulo. 

41,6 Como un portón de fortaleza custodiado por una guardia erizada de armas. 

41,10-13 Exaltan la naturaleza "ígnea" del animal mezclando rasgos reales y fantásticos. Hay que contar con la naturaleza ''fogosa" de la ira: Prov 16,27; Eclo 28,1 Os. Es como los dragones de los cuentos, que vomitan llamas. 

41,16 El corazón pétreo indica la intrepidez. Is 19,1. 

41,17 Verso dudoso. El texto hebreo lee 'elim = dioses, lo cual puede ser otra alusión mitológica: los dioses tiemblan ante el monstruo, y Marduk lo derrota. 

41,18-21 Una panoplia de ocho armas para luchar de cerca y de lejos. 

41,22-24 El animal es anfibio, dominador de tierra yagua. 

41,25-26 Rey de los animales, no del hombre. Dios lo tolera y lo controla. El hombre, si no puede domeñarlo, puede ejercitarse con su "hostilidad", como en Gn 3,15; Jue 2,3.22. 

41,1-3 Lo leemos como respuesta antitética: lo que no puede el hombre lo puede Dios. La pregunta "¿quién resistirá frente a mí / él?" se refiere a Dios: Jr 49,19; Sal 76,8; Job 9,4; Nah 1,6; Mal 3,2. "Todo es mío" suena como respuesta final; ahora toca a Job.
Fin de la respuesta de Dios. Antes de que Job responda, el lector debe reflexionar: ¿cómo se encuentra en este momento?, ¿satisfecho, desconcertado, desilusionado? Después de la creciente tensión dramática de los diálogos, ¿están los discursos de Dios, a la altura?, ¿o ha desfallecido el autor al llegar al final? ¿ha sabido responder a la expectación que él mismo había creado? 

Si el lector se había puesto de parte de Dios y esperaba que taparía la boca a Job, ha quedado satisfecho. Si se había puesto de parte de Job, esperaba la solución del encuentro con la condena de uno o con la absolución de los dos. Vamos a pensar varias soluciones hipotéticas. 

a) Solución intelectual del problema. Dios no responde a Job ni el autor responde al lector. A Job no le basta una respuesta intelectual. Además, no olvidemos que Dios es un personaje del autor, y el autor no poseía la solución puramente intelectual del problema; honestamente no podía darla, ni lo ha intentado.

b) Que Dios comprenda la situación y el punto de vista de Job. ¿Ha estado comprensivo Dios? De alguna manera, sí: el no aniquilarlo, el entablar diálogo. El interpelarlo con preguntas, la ironía, pueden entenderse como muestras de la comprensión divina. No es un Dios cruel el que ha hablado. 

c) Un discurso de compasión y consuelo, confortando a Job en su dolor. Es decir, algo de lo que debieron hacer los amigos. ¿Sería esto sincero? Después de haber permitido a Satán, ¿no sonarían a hipocresía unas palabras de consuelo? Una solución emotiva no satisfaría a Job y no sería coherente con el drama. El autor ha hecho muy bien en no permitir sentimientos fáciles a Dios. 

d) Entonces tenía que respetar al hombre Job, hacer que progresase en la conciencia de sí mismo, salir al encuentro de su valentía y con ella conducirlo a la decisión viril: ¿quiere ocupar el puesto de Dios? Entonces que se encargue del mundo, que gobierne la historia y establezca el reino de la justicia; en ese momento en que aspira al puesto de Dios, se condena a sí mismo. Entonces ¿acepta su puesto de hombre? Que lo acepte con todas sus consecuencias, sobre todo frente a Dios: éste será el acto más valiente de Job.
Es verdad, Job ha crecido desmesuradamente en el dolor; lo necesitaba para superar su vida feliz y satisfecha. Es verdad, pero ¿por qué? ¿Por qué necesita el hombre sufrir para madurar? ¿Quién ha hecho así al hombre? Trascendemos el problema de Job y vemos que no se le puede dar una respuesta puramente verbal; hará falta un hecho. ¿No reclama el libro de Job la respuesta viva en Cristo? 

Segunda respuesta de Job: 42,1-6. Añado la indicación de cita, que falta en el original. Esta segunda confesión avanza notablemente sobre la primera: enuncia explícitamente el poder y sabiduría de Dios, la propia ignorancia, retracta sus palabras. 

La fórmula de reconocimiento es frecuente en los salmos, como respuesta al oráculo en acto de confianza, como alabanza, como consecuencia de la intervención de Dios efectuada o prometida; véanse Sal 20,7; 41,12; 56,10; 119,75; 135,5; 140,13.

CAPÍTULO 40.



40 1EI Señor siguió hablando a 10b:
2¿Quiere el censor discutir con el Todopoderoso?
El que critica a Dios que responda.
3Job respondió al Señor:
4Me siento pequeño, ¿qué replicaré",
me taparé la boca con la mano.
5He hablado una vez y no insistiré;
dos veces y no añadiré nada.
6EI Señor replicó a 10b desde la tormenta:
7Si eres hombre, cíñete los lomos,
voy a interrogarte y tú responderás:
8¿Te atreves a violar mi derecho
o a condenarme para salir tú absuelto?
9Si tienes un brazo como el de Dios
y tu voz atruena como la suya,
10vístete de gloria y majestad,
cúbrete de fasto y esplendor,
11derrama la avenida de tu cólera
y abate con una mirada al soberbio,
12humilla con una mirada al soberbio,
y aplasta a los malvados;
13entiérralos juntos en el polvo,
venda sus rostros en la tumba.
14Entonces yo también pronunciaré tu alabanza:
«Tu diestra te ha dado la victoria».
15Mira al hipopótamo,
que yo he creado igual que a ti;
come hierba como las vacas.
16Mira la fuerza de sus ancas,
la potencia de su vientre musculoso
17cuando yergue su cola como un cedro,
trenzando los tendones de los muslos.
18Sus huesos son tubos de bronce,
su osamenta barras de hierro.
19Es la obra maestra de Dios,
sólo su Hacedor puede acercarle la espada.
20Los montes le traen tributo,
los animales salvajes retozan junto a él;
21se tumba debajo de los lotos,
se esconde entre las cañas del pantano,
22lo cubren los lotos con su sombra,
lo envuelven los sauces del torrente.
23Aunque el río baje bravo, no se asusta,
está tranquilo aunque el Jordán
espumee contra su hocico.
24¿Quién lo agarrará por los ojos
o le atravesará la nariz con una horquilla?
25¿Puedes pescar con anzuelo al cocodrilo
o domar su lengua con una cuerda?
26¿Puedes pasarle un junco por las narices
o perforarle la mandíbula con un gancho?
27¿Vendría a ti con muchas súplicas
o te hablaría con lisonjas?
28¿Hará un contrato contigo
para que lo tomes como esclavo de por vida?
29¿Jugarás con él como con un pájaro,
o lo atarás como un gorrión?
30¿Traficarán con él los pescadores
o lo trocearán entre los tratantes?
31 ¿Podrás acribillarle la piel con dardos
o la cabeza con arpones?
32Ponle la mano encima:
te acordarás de la batalla y no lo repetirás.

40,1-14 Los versos 1-5 miran atrás, sacando consecuencias; 7-14 miran adelante, a otra ronda; la respuesta de Job (3-5) sirve de bisagra. Así funciona la dialéctica del proceso: Dios interroga a Job; éste reconoce y propone retirarse de la discusión; Dios no lo permite, antes insiste. 

40,1-5 Job pedía un pleito con Dios, y se lo han concedido: los términos censor, crítico tienen referencia forense: fiscal, parte, acusador. Job había pedido respuesta a Dios, ahora Dios retuerce la posición y pide respuesta a Job: entra en las reglas del pleito, el que acusa se expone; que la crítica sea responsable. Job pedía una sentencia, que todavía no llega. Job se siente sobrecogido (13,11), consciente de que Dios está por encima de toda crítica, y decide no insistir, contento con la media victoria ganada, hacer hablar a Dios. A estas alturas, Dios no acepta la retirada; le queda algo importante que decir. 

40,7-14 En el pleito contradictorio o querella bilateral uno tiene que salir condenado para que el otro salga absuelto: véase Sal 51,6. Job se sabe inocente, luego Dios es culpable (v. 8). Dios no impugna la primera parte, la honradez de Job, más bien rechaza un planteamiento que condiciona y vicia el problema.
Añadimos un factor que complica el esquema: la presencia de un tercero, de un malvado que aflige injustamente al inocente (Jr 15,15). ¿Qué debe hacer el soberano justo?, ¿acabar con los malvados cuanto antes? Es lo que irónicamente ofrece Dios a Job: que tome las riendas del mundo, aparezca en una teofanía y aniquile a los malvados. El que ha criticado el desorden del mundo (21,30), que lo enmiende. Dios no ha suprimido los animales nocivos, ni al Behemot ni al Leviatán, ni al Satán; los controla. ¿Pretende hacerlo Job?, ¿saldría ganando?Proyectemos el drama hacia el público.
Hay quienes condenan al hombre para justificar a Dios; otros condenan a Dios a no existir para justificar al hombre. Hace falta superar el planteamiento en un plano superior. 

40,9-11 Expresiones de teofanía corrientes en profetas y salmos. 

40,14 Es cita del salmo 98,2, himno al Señor Rey del universo, que "regirá el orbe con justicia". Dios mismo invierte los papeles y propone pronunciar en honor de Job el himno que le corresponde a él: una cita de Sal 98,1. La ironía llega al límite. 

40,15-41,26 Hipopótamo y Cocodrilo.
Dos animales llenan la segunda parte del discurso: en hebreo Behemot y Leviatán. Behemot (plural o forma femenina septentrional) se aplica en general al ganado y a otros animales domesticados, mientras que Leviatán suele ser uno de los monstruos marinos que resisten al Dios ordenador. Se han intentado diversas identificaciones de estos dos monstruos; la identificación con el hipopótamo y el cocodrilo es hoy la más corriente. Eso sí, un hipopótamo descrito hiperbólicamente y un cocodrilo con rasgos fantásticos. Los dos se cargan de valor simbólico: representan poderes sobrehumanos, hostiles al hombre y al orden del cosmos. En clave psicológica pueden representar terrores ancestrales del hombre frente a poderes incomprensibles e incontrolables. El doble valor, real y simbólico, debe funcionar en la presentación de estas dos criaturas poéticas.

40,15 Es criatura como el hombre, por eso está a su nivel, subrayando la distancia absoluta de Dios. El comer hierba puede ser despectivo, como en Sal 106,20, también puede indicar la paradoja de su extraordinaria fuerza. Según Gn 1,30 la hierba es la comida original de todos los vivientes; en cambio en Gn 9,1-5 ya hay animales feroces que matan y devoran carne; el hombre los dominará a todos. 

40,16-17 Los comentaristas medievales subrayan la potencia sexual del animal. 

40,19 "Obra maestra" es la expresión de Prov 8,22, pero la designación es del todo diversa. 

40,20-22 Imagen de un soberano en su corte, recibiendo tributos, entretenido por sus súbditos, cómodamente tendido al fresco. 

40,23 También él tiene que enfrentarse con un ser violento, el caudal arrollador de un río caudaloso. Y sale victorioso. 

40,24 Dudosa la primera mitad, otros traducen: "¿quién podrá capturarlo con la mirada?"; o "por los ojos", es decir cegándolo. 

40,25-26 El Leviatán parece un monstruo pacífico en Sal 104,26; es patente su raza mitológica en la escatología, Is 27,1, en Sal 74,14, también en Job 3,8; Ezequiel lo usa como emblema del imperio egipcio Ez 29. Aquí es un cocodrilo con atributos sobrehumanos. El verso abre una serie de siete preguntas desafiantes. Diversos modos de dominar y sacar provecho del animal: en el deporte, en el trabajo, en el juego, en el comercio. Algunos detalles descriptivos coinciden con representaciones del arte egipcio. 

40,28 Contrato de súbdito y vasallo; como esclavo: Dt 15,17.